La sociedad está dividida en tres órdenes. La ley reconoce tres
condiciones: el noble, el siervo y el orden eclesiástico, que no se rigen por
la misma ley.
Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos.
La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministradas a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse de ellos.
Por su parte el orden eclesiástico se preocupa por el cuidado de las almas y la educación.
Así pues unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres órdenes viven juntos y los servicios de cada uno permite los trabajos de los otros dos.
Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos.
La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministradas a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse de ellos.
Por su parte el orden eclesiástico se preocupa por el cuidado de las almas y la educación.
Así pues unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres órdenes viven juntos y los servicios de cada uno permite los trabajos de los otros dos.
Adalberon: Carmen ad Rotbertum regem
fracorum (998)